MEXICO. Living the dream.

Hoy transformo una historia para convertirla en mi sueño, ese que hago realidad Cada vez que me dispongo a cargar más de la cuenta para alguna que otra aventura mochilera. 
Sin embargo, a medida que voy coleccionando más y más estampillas en el pasaporte, parece que mi equipaje se hace más y más pequeño. Pronto me doy cuenta de que la verdadera belleza de viajar está en los lugares que veo y en las personas que conozco, sin importar la ropa que visto o lo que llevo para documentar cada parte del viaje.
Me obliga a abrirme a viajeros de todas partes del mundo y aprender a apreciar nuevas costumbres, culturas e idiomas
Me veo forzados a sonreírle al individuo de ropa extraña con el que tengo que compartir la habitación. Pronto me doy cuenta de que “lo normal” es muy aburrido.
Ya sea salir de mi zona de confort, tomar un avión a un lugar donde hablan un idioma que no conozco o saltar con un paracaídas, el miedo se vuelve un estilo de vida
De hecho, parece ser mi emoción favorita, ya que es una prueba de que estoy realmente ¡VIVO!

Sí, viajar solo puede hacerte sentir solitario, pero he aprendido a aceptar que las cosas malas SIEMPRE son superadas por las buenas. Llego a una nueva ciudad y extraño a las personas que conoci en mi destino anterior, pero lidio con eso. 
Me ajusto las zapatillas, pongo una sonrisa en el rostro y le doy la bienvenida a lo desconocido.
En las habitaciones compartidas te intentas evadir de ebrios ruidosos y parejas no pudorosas. También intento bloquear  el ruido de la música del club en el piso de abajo. Pronto me doy cuenta de que ningúna mochila está completa sin tapones de oídos.

La comida casera, un armario para colgar la ropa, un gimnasio, lavar la ropa de forma barata, etc. Renuncio a algunas comodidades por la alegría que me da mochilear. Pero créo que se cómo aprovechar al máximo estas cosas que usualmente doy por sentado una vez que vuelvo a casa.

A veces me han robado algo, como comida de la despensa del hostal, pasta de dientes y, en algunos casos extremos, incluso...  No lo voy a contar. Ya he tenido ese tipo de días: se me pierde la tarjeta del banco, o estiro ese último dólar que me queda para comprar los fideos instantáneos más deliciosos que haya probado.
Aprendo a no regodearme tanto. 
Se que tengo que sacarle el provecho máximo al dinero, y a veces, por malo que suene, hay cosas que simplemente tendrán que bastarme. 
Me voy de mi hogar.
Pierdo algunos amigos. 
Hago  amigos nuevos en el recorrido. Sin embargo, quienes son realmente mis  amigos me comprenden y no necesitan que les cuente constantemente qué estoy haciendo. No necesitan que les asegure que siguen siendo amigos de forma constante. Me dejan ser libre, de la misma forma que lo hago con ellos. 
Comparto un amor y un apoyo que va más allá de los años y de las fronteras.


También he cometido el mismo error: he cambiado mis planes de viaje por algún amigo o lo he hecho por temor a perder a estos nuevos amigos. 
A medida que más me acostumbro a conocer personas nuevas y decirles adiós, más me doy cuenta de la importancia de crear mi  propio camino. 
Me doy cuenta que a lo largo del camino conocere a otros viajeros. 
Disfruto viajando solo sabiendo que a la vuelta de la esquina me espera un nuevo grupo de personas listas y dispuestas para compartir un nuevo capítulo de mi viaje. 
Eso es lo que hago, hacer realidad mi sueño: VIAJAR. 




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